martes, 12 de mayo de 2009


TENDRÍA YO USOS SIETE AÑOS CUANDO MI MADRE ME COM­PRÓ AQUELLOS HORRIBLES PANTALONES GRISES DE TERGAL CON CAMPANA ABAJO. INDEPENDIENTEMENTE DE QUE ESTUVIÉSEMOS EN LOS 70 O DE QUE YO FUESE UN CRÍO. EN MI CASA, COMO EN LA MAYORÍA DE LAS CASAS OBRERAS DE LA PERI­FERIA INDUSTRIAL DE CUALQUIER CIUDAD, REINABA LA POLÍTICA DE "AQUÍ NO SE COMPRAN UNOS PANTALONES HASTA QUE SE ROMPAN LOS QUE TIEBES". LO CUAL ME OBLIGÓ A LLETAR A CABO UN INTESSIVO TRATAMIENTO DE DESGASTE DE RODILLAS A BASE DE ARRASTRARLAS POR TODAS PARTES.

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